Salvador Martínez Tarín / La moral y el barrendero.

LA MORAL Y EL BARRENDERO.

La escoba es un instrumento de limpieza que borra todo vestigio del polvo recogido y
garantiza la higiene y la salud.

Salvador Martínez Tarín / La moral y el barrendero.

Si yo tuviera una escoba la emplearía para barrer del planeta muchas cosas como estas:

El individualismo, la superioridad, la pena de muerte, el hambre, la dictadura, el analfabetismo, la insensibilidad, el odio, la impertinencia, la dinastía, el patriarcado, la endogamia, la corrupción, la intolerancia, la desigualdad, la violencia, el genocidio, la guerra, las armas, el plástico, el combustible fósil, la energía nuclear, los incendios, el clima-escepticismo, los bulos, entre otras cosas…

También barrería las instituciones sociales y políticas que dan sostén y promueven la dispersión de estos gérmenes polvorientos, que contaminan el ambiente y hacen imposible la convivencia en paz y armonía de la humanidad.

Las cosas que acabo de nombrar son intrínsecamente malas desde mi punto de vista moral.

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Fotografia de Salvador Martínez Tarín

Tanto es así, que creo que el reproche de la mayoría de la gente se dirigiría hacía la mayoría de esas cosas, y no necesariamente a todas porque, en todas las cuestiones morales hay matices personales y culturales que ofrecen una diversidad inevitable y necesaria, que debe coexistir con tolerancia para la construcción de una sociedad plural, que es la esencia de la democracia.

Seguro que habrá quien añadiría otras cosas y/o quitaría algunas de las nombradas, pero las cosas que están por barrer no son todas las cosas, también hay cosas que no se deben barrer, como:

La educación y la sanidad públicas, la protección del medio ambiente en el contexto actual de emergencia climática, los sistemas de alerta temprana y emergencia en caso de catástrofe natural, el sufragio universal, la soberanía popular, el parlamentarismo, la libertad, la solidaridad, la fraternidad, la tutela judicial efectiva, la presunción de inocencia y las instituciones políticas que preservan un estado social y democrático de derecho, entre otras cosas buenas.

Como en toda moral, algunas cosas bien y otras cosas mal.

Otra vertiente de la misma cuestión sería plantearse la admisibilidad de la opción moral cuando uno ha de barrer: ¿Qué barrer? ¿Cómo barrer? ¿Cuándo barrer? Tres preguntas prácticas para cualquier político o política.

A la hora de barrer cosas, mejor centrarse en las malas que en las buenas, surgiendo entonces el dilema moral de elegir entre el bien y el mal. Una mala elección es siempre atender a las apetencias de los acólitos. También aplicar la revancha o querer amortizar las decisiones del contrario por impulsos emocionales que se alejan peligrosamente de la prudencia y de la racionabilidad. La elección es determinante porque habrá de tener consecuencias, que podrán ser buenas o malas según el talento de la decisión adoptada, buena o mala elección.

Una buena elección es mantener las inversiones y esfuerzos acumulados, que no son patrimonio del contrario, sino que son patrimonio de todos y todas. Una mala elección es barrer todo lo iniciado por el anterior y sustituirlo por juegos florales de consumo inmediato, algo consustancial a lo valenciano, un ensueño.

Ya lo dijo el maestro Araguren 1 : “…Evidentemente, la vida no se hace de un golpe, sino paso a paso, a lo largo de ella. Nuestro hacernos a nosotros mismos no es sino el negativo, el vaciado o la mascarilla, la resultancia de nuestro hacer en el mundo. Es barriendo como nos hacemos barrenderos, es labrando el campo como nos hacemos labradores, es haciendo cosas como hacemos nuestra vida. En moral, pues, no hay lugar para el ensueño, o, mejor, si: es no haciendo nada efectivo, no modificando de verdad la realidad, sino imaginándola meramente de otra manera, como reducimos nuestro ser moral al de puros soñadores. El soñador no opera sobre la realidad, no “muerde” en ella: resbala sobre ella, y, no hacer nada con las cosas, tampoco se hace a sí mismo más que negativamente, como ser inoperante, deficiente moral…

El llamado a barrer no puede ser un soñador, no puede sustituir el deber de barrer por dedicarse a soñar al calor de la barra de un bar, no puede ser inoperante. Ningún deficiente moral debería tener escoba.

El Presidente Mazón da el perfil de soñador. Un político criado a los pechos del “Gran Soñador” Zaplana. Presidente del Consejo Valenciano de la Juventud cuando lo fue y lo designaron para ocupar el puesto. Venido a más ante la sequía de liderazgo político generada por el “caso Gürtel”. Un político de recambio, curtido desde la juventud en los juegos internos del Partido Popular.

Le dieron una escoba y barrio cosas buenas como el mando unificado de emergencias, que volvió a descentralizar nada más tomar posesión, acusando al gobierno del Botanic de haber creado un “chiringuito con amiguetes”.

Si barres una cosa buena y viene una DANA, tienes un problema Presidente. Pero si, además, en el momento culminante de la toma de las decisiones, te ausentas, la cosa empeora. Y si la ausencia se corresponde con una comida de cotilleo político, se produce una conjunción de indicios que demuestra una patológica enajenación de la realidad, la presencia de un soñador, inoperante y deficiente moral al que, cuanto antes, alguien ha de arrebatarle la escoba.

Autor:

Salvador Martínez Tarín /La moral y el barrendero.